viernes, 10 de junio de 2016

En cuanto llegó don Quijote a la casa de los Duques se dio cuenta de que realmente era un caballero famoso ya que todos en la venta le trataban de una manera totalmente caballeresca, aunque don Quijote no se dio cuenta de que en realidad le estaban tomando el pelo. Para evitar el apuro de don Quijote la Duquesa se vio obligada a preguntarle a don Quijote acerca de Dulcinea. En ese momento el cura que acompañaba a los Duques, don Quijote y Sancho se dio cuenta de quién era el que estaba sentado en la mesa junto a ellos y comenzó a insultar a don Quijote diciendo que era un loco y que tenía la cabeza llena de tonterías y de chorradas y le dijo que sería mejor se fuese a su casa y que dejase de hacer el ridículo.
A los dos día llegaron a la orilla del río Ebro, donde don Quijote vio un barco sin remos ni velas amarrado a la orilla. Don Quijote pensó que era una nueva aventura y que debía montarse en el barco e ir a rescatar a un caballero. A pesar de que Sancho le avisó que el barco era de unos pescadores, don Quijote no le hizo caso y se montaron ambos en la barca. Una corriente les llevó hacia unas grandes aceñas que había en la mitad del río. Los molineros que vieron cómo don Quijote y Sancho se iban sobre las ruedas de las aceñas les tiraron de la barca con unos palos yendo luego los molineros detrás de don Quijote y Sancho para evitar que se ahogaran. Después de esto los molineros le pidieron a don Quijote que les pagara los daños, don Quijote les dijo que lo haría con la condición de que liberaran al caballero que tenían prisionero Don Quijote y Sancho viendo que esa aventura estaba reservada para otros caballeros se marcharon del lugar volviendo a su camino hacia Zaragoza.
Don Quijote y Sancho Panza llegaron al río Ebro y a don Quijote le da un gran gusto porque esas vistas renuevan en su memoria amorosos pensamientos. De repente don Quijote vio un barco pequeño sin remos atado a un árbol, el cual dice que le está llamando para que vaya hacia él. Don Quijote miró hacia todas partes para ver si había alguien, pero no vio a nadie, fue entonces cuando cogió a Rocinante y mando a Sancho tomar a su burro y atar a las dos bestias en el tronco del árbol. El protagonista idealiza otra de sus historietas, basándose en que ese barco estaba allí esperando a que don Quijote llegara para partir con éste y salvar a algún caballero que necesitaba ayuda. Una vez atados los dos animales suben al barco, cortan el cordel que sujetaba al barco y se inicia la aventura. Se iban alejando poco a poco, y dejando atrás a Rocinante, que intentaba escapar para ir tras ellos, y al asno, que rebuznaba desconsolado. Tras esto, Sancho empieza a llorar y su señor le pregunta que por que llora, y le explica que con el barco llegaran a la línea del ecuador y que así no tendrán que ir andando. Sancho le pone en duda el cómo sabrá don Quijote cuando han llegado a dicha línea y don Quijote le responde que, cuando mueran sus piojos, será cuando hayan sobrepasado el ecuador. Sancho delante de la personalidad tan imaginativa de su señor se lo vuelve a poner en duda con una mentalidad más realista, ya que él sigue viendo a lo lejos a las dos bestias que habían dejado atadas al tronco de un árbol, y comprueba que el barco se mueve a paso de hormiga. Después de la contradicción de Sancho a su señor, los dos personajes descubren unas grandes aceñas. Sancho de nuevo ante la visión loca de don Quijote de aquellas aceñas le niega que sea un castillo o una fortaleza. Don Quijote lo manda callar y se defiende excusándose diciendo que aunque parezcan simples aceñas en realidad no lo son, porque las cosas no son lo que parecen. Fue entonces cuando los molineros de las aceñas al ver venir el barco por el río y que se dirigía hacia una corriente fuere, éstos sacaron unas largas varas para intentar parar el barco en el que don Quijote y Sancho navegaban. Fue entonces cuando don Quijote de nuevo idealizó su historia imaginando que eran los malos, que tenían al caballero encerrado en su fortaleza, desde el barco les grita con la espada en su mano y agitándola contra el aire. Los molineros al final consiguen detener el barco de manera que los dos personajes caen al río y han de nadar hacia tierra. Sancho rezándole a Dios que le librara de las locuras de su señor. Don Quijote dice que antes de todo los molineros tienen que dejar en libertad al preso que tienen, éstos le toman por loco, y don Quijote defraudado pide perdón por no haber podido rescatar al preso y se escusa diciendo que ésa misión no formaría parte de su aventura, que el rescatarle sería la tarea de otro caballero. Entonces, a desgana, les paga a los pescadores cincuenta reales y volvieron con sus bestias
El cura está a punto de consolar a Cardenio, cuando de repente todos oyen las tristes quejas de un mozo vestido de labrador sentado al pie de un árbol, lavándose los pies en el arroyo. Se acercan al mozo y se dan cuenta de que es una mujer hermosa. Cuando la mujer los ve, se asusta y trata de huir sin ponerse los zapatos por lo que se cae al suelo. El cura le da la mano para ayudarla y le asegura que no tiene porqué temerlos ya que sólo la quieren ayudar. Ella comienza a contarles su vida, narrando una historia muy familiar de un duque de Andalucía con dos hijos.
El cura se disfraza de doncella y el barbero de escudero para ir en busca de don Quijote, sin embargo, tras salirse de la venta, el cura determina que es indecente ir vestido así por su vocación religiosa y decide intercambiar disfraces con el barbero. El grupo se dirige a la sierra y en el camino Sancho les cuenta de Cardenio Cuando llegan a la sierra, el cura y el barbero lo mandan a que siga el resto del camino solo para decirle a don Quijote que ya le entregó la carta a Dulcinea y que ella pidió verlo. Sancho entra a la sierra y los deja esperando a la sombra de un árbol al lado de un arroyo. Mientras esperan, escuchan a alguien cantando versos cortesanos en la distancia, por lo que se quedan muy impresionados, pero las canciones terminan en suspiros y sollozos.
Una vez Sancho partió Don Quijote se quedó pensando de que manera habría de realizar su penitencia, y de esta manera decidió imitar a la penitencia que Amadis de Gaula lo había hecho, sin cometer locuras pero en vez hundido en sus penas y escribiendo sonetos del alma. Sancho pansa por su parte había emprendido su camino hacia el Toboso, cuando repentinamente se dio a dar que estaba llegando cerca a la venta en donde lo habían hecho volar en las mantas. Decidió acercarse un poco más y vio entonces a dos hombres que le parecieron reconocidos. Resulto ser que estos eran el Barbero y el Cura los buenos amigos de Don Quijote con los que dio a topar. Fue entonces que le preguntaron qué hacía por esos lados y por lo tanto Sancho les contó la historia muy a cuestas. Fue entonces cuando Sancho se acordó de que debía pasar la carta a papel y que siendo el cura alfa beta le podría ayudar. El cura le pidió que le mostrara la carta y en esto momento fue cuando Sancho se dio cuenta de que la había perdido y finalizando con el plan del barbero de disfrazarse de Doncella y escudero para pedirle socorro a Don Quijote de corregir un agravio y así poder llevarlo de nuevo a la mancha donde buscarían una medicina para curar de la locura que ya tan lejos lo había llevado.